Saturday, June 26, 2010

Mi estancia en la comunidad zapatista, 2-27

Xela, 2-27

Primero, tenemos que empezar con el entendimiento que no haya ni una sola “comunidad zapatista”.  Los Zapatistas están conectados por una lucha común, o sea, contra el neoliberalismo y sus “cuatro ruedas” (explotación, despojo, desprecio y represión), y por democracia, justicia y libertad.  Las comunidades en sí son completamente diferentes.  A veces se puede medir la diferencia en minutos, desde los treinta minutos que exige la caminata desde un pueblo al otro.  A veces se calcula en kilómetros: hay Zapatistas de la ciudad y Zapatistas y Zapatistas del campo.  Son indígenas y son pobres, pero más que todo son hermanos y hermanas—“compañeros y compañeras”, como dice el “Sub”—luchando por un futuro de dignidad.

Los Zapatistas saben que se camino es largo y duro, eso ya está claro.  Salieron en las vísperas de 1994, pero y se habían estado organizando desde hace diez años.  Amigos en Guadalupe Tepeyac decían que vieron al “Sub” por primera vez en 1974, aún más antes.  Tras estos años, muchos han perdido  sus vidas, otros ya han salido de la organización y otros compañeros llegan todavía.  Ahora, buscan empezar un gran rebelión, y vamos a ver si el gobierno mexicano, el “mal gobierno”, y la maquina económica global pueden callarlos. 

Concretamente, aprendí cuatro cosas de los Zapatistas.  Primero, que el mero revolucionario no es él que toma un fusil de protesta ni por un día ni por una semana.  Su corolario es, segundo, que ese hombre o esa mujer es él quien trabaja sus tierras y participa en su organización, día tras día, año tras año, hasta que se realicen sus metas comunales y esperanzas imposibles.  Rebeliones y revoluciones, armadas o no, vienen y van.  Es la palabra, el compromiso, que se queda.  Es la determinación que es la arma.

Tercero, no todo es lo que parece, aún en las comunidades Zapatistas.  Ellos pueden decirle como es y como lo ven, pero es usted que tiene que pensar en donde se queda la verdad.  Sus comunidades son espejos a las nuestras.  Existen como testimonios de éxitos y errores pero más que nada sirven para ver a quienes somos y, tal vez, podemos ser. 

Por fin, aprendí que no estoy solo, o sea, que no estamos solos.  Estamos conectados por circunstancias, luchas y conflictos que a veces no entendemos bien—dijo una señora, “allí vimos la enfermedad, y en ella misma encontramos la solución”.  Entre un Zapatista, un Guatemalteco y un Americano, de cualquier origen, existe gente.  Está en entender eso que se descubre lo que es nuestra fuerza más formidable: nuestra humanidad.  

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